En la orillita del río
flota una hoja de sauce,
una hoja que en su avance
es inmune al hostil frío.
Al hostil frío es inmune
y a la humedad de las aguas,
que a Deltebre de Cantabria
van a morir cuando fluyen.
La hojita fletó en La Alfranca
y arribará a Mequinenza.
Allí un embalse la para
como un control de fronteras.
Si las nieves de Pidruecos
pueden bañarse en Castilla,
¿por qué a nuestra pobre hojilla
se le veda su trayecto?
Y es que la hojilla no entiende
del hombre y sus malandanzas,
que o nuevas fronteras quiere,
o reprime con matanzas.
Las aguas circulan libres,
libres circulan las aguas;
el alma del río vive
hasta que un muro la atrapa.
Flota una hoja en su cauce;
al hostil frío es inmune.
Sin embargo, llora el sauce
por la quietud que los une.
Llora el sauce, está triste,
pues nuevos muros se erigen.
Triste está el sauce y llora.
Llora el sauce. Llora. Llora…
Pablo Fernández de Salas
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