El azul espera, alto,
tras la alfombra gris y densa,
esa cortina que oculta
lo que tus deseos sueñan,
esa pantalla que cubre
y aprisiona tus ideas,
esa cadena que atrapa
la libertad de tus piernas.
El azul de tus anhelos
en tu imaginación queda,
inalcanzable su grito
para una garganta en quiebra,
con sus dineros perdidos
lejos, allende la niebla,
más allá de su mantilla,
dejando atrás la peineta.
Quisiera volar tu rostro;
correr tus pies ya quisieran,
ser la furia del tornado,
traspasar esa barrera;
tus manos, batirse en duelo;
tu rabia, lanzar su fuerza,
y tu corazón violento
enarbolar su bandera.
Pero te encoge la tierra,
raíz con raíz envuelta;
la densidad de su fango;
su inquebrantable frontera;
el zumbido de su encanto;
la quietud que reverbera:
esa que de asfixia mata
el rugir de tu cabeza,
tu voluntad estancada,
tu muda y sorda fiereza.
Pablo Fernández de Salas
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