En busca de la inspiración

 

Al murmullo del agua
cierra los ojos,
y que la brisa dance
sobre tu rostro.
Abre tu alma
al rocío temprano
de la mañana.

En blanco están los cielos
para que escribas
de la voz de tus musas
lo que decidas.
No abras los ojos,
que tu mundo se llene
con tus esbozos.

La colina desciende
al archipiélago,
su ladera escaneas
como un murciélago;
pinos y abetos,
sus sombrillas alternas
sobre el sendero.

El bostezo de un gong,
y después otro;
a ese ritmo te unes
poquito a poco;
en resonancia,
en el lienzo del cielo,
pintas palabras.

Un mosaico de islas
allá a lo lejos;
subes colina arriba,
y ahora un reflejo
donde una sauna,
tocada por los vientos,
tu cuerpo abraza.

Los contrastes del mundo
en un rincón:
tus cabellos de hielo,
pies en calor;
flor de cerezo
en un árbol de brotes
aún muy tiernos.

Los vapores del agua
son la frontera;
mientras ellos se escapan,
tú te refrenas.
Canta una ondina,
y su canto traduces
con verde tinta.

Con un sorbo té inspiras
entre tus labios,
su regusto entre versos
de lentos tragos.
Paz en tu pluma,
que desliza su sueño
sin prisa alguna.

El atardecer llega,
rompe las nubes;
deslumbrados, tus párpados
ya se descubren.
Ves la libreta,
sus páginas henchidas
mientras la cierras.

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Pablo Fernández de Salas

 

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