En busca de la inspiración

La inspiración no siempre acude cuando es llamada. Es caprichosa, amante de las sorpresas e ignorante de los horarios; poco dada a las promesas y mensajera de lo espontáneo. La inspiración se manifiesta cuando la inspiración le viene; sin aviso; repentina y fulminante; olvidadiza y rencorosa. Tan pronto llega como el viento la lleva; a veces vuelve, osada, y otras recela. Cuando la angustia nos muerde suelen sobrevolarnos sus alas negras, mientras que en las horas de dicha trina entre las ramas vestida de primavera. De los miedos se esconde, vigilante tras la cerradura, y de la esperanza huye, no vaya a ser que la atrape su promesa.

La inspiración se alimenta en tiempos de pasión, pace los brotes que curan nuestras heridas e impide que sanen. La inspiración respira el oxígeno de nuestro primer beso, bebe nuestras lágrimas y espía nuestra soledad. Pero en tiempos de calma… en tiempos de calma es difícil que la inspiración nos vea, tan ajetreadas son nuestras vidas. En tiempos de calma los papeles permutan y es la inspiración la que añora nuestra compañía. Tumbada en un valle soleado, virgen de responsabilidades, espera la extraordinaria mente que encontrarla consiga. ¡Cuántas veces no habremos buscado la inspiración sin éxito! Para dar con ella, tal vez convenga ir a la caza de una presa ignota para muchos, tal vez baste con buscar ese rincón que ni la brisa perturba, ese estado con el que muchos soñamos y pocos llegamos a rozar: la calma. Tan ajena nos es la tranquilidad que no será una inspiración conocida la que nos encuentre; pero, con un poco de fortuna, puede que esta inspiración se apoye en nosotros para inspirar a otras.

En busca de la inspiración

Al murmullo del agua
cierra los ojos,
y que la brisa dance
sobre tu rostro.
Abre tu alma
al rocío temprano
de la mañana.

En blanco están los cielos
para que escribas
de la voz de tus musas
lo que decidas.
No abras los ojos,
que tu mundo se llene
con tus esbozos.

La colina desciende
al archipiélago,
su ladera escaneas
como un murciélago;
pinos y abetos,
sus sombrillas alternas
sobre el sendero.

El bostezo de un gong,
y después otro;
a ese ritmo te unes
poquito a poco;
en resonancia,
en el lienzo del cielo,
pintas palabras.

Un mosaico de islas
allá a lo lejos;
subes colina arriba,
y ahora un reflejo
donde una sauna,
tocada por los vientos,
tu cuerpo abraza.

Los contrastes del mundo
en un rincón:
tus cabellos de hielo,
pies en calor;
flor de cerezo
en un árbol de brotes
aún muy tiernos.

Los vapores del agua
son la frontera;
mientras ellos se escapan,
tú te refrenas.
Canta una ondina,
y su canto traduces
con verde tinta.

Con un sorbo té inspiras
entre tus labios,
su regusto entre versos
de lentos tragos.
Paz en tu pluma,
que desliza su sueño
sin prisa alguna.

El atardecer llega,
rompe las nubes;
deslumbrados, tus párpados
ya se descubren.
Ves la libreta,
sus páginas henchidas
mientras la cierras.

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Pablo Fernández de Salas

2 comentarios sobre “En busca de la inspiración

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