Soneto a Estocolmo

 

Cada esquina es una vuelta de hoja,
la ciudad se despliega a cada paso.
Su cuerpo de hormigón respira, sano,
y su corazón bombea personas.
Catorce órganos, catorce bocas
alimentadas por venas de asfalto,
catorce miembros cubiertos de blanco
en los meses en los que el sol no toca.
Las vidas parpadean mientras fluyen
de aquí a allá. La ciudad se estremece.
Con sueños de invierno la piel se cubre,
apaga sus ojos y se adormece.
Huellas y marcas sobre el lienzo surgen.
Palabras. Mil historias en la nieve.

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Pablo Fernández de Salas

 

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