Soneto matemático

 

Sean dos individuos cualesquiera,
miembros, cada cual, de una cultura
no universal, de única estructura,
exclusivo idioma y también bandera.
Supongamos, pues, que se produjera
un encuentro de amistosa natura
que forzara a una y otra criatura
a parlamentar de cualquier manera.
¿No sería acaso la mejor forma
de cumplir con la labor diplomática,
en estricta custodia de la norma,
que desempeñar la esperada plática
en un lenguaje de absoluta horma:
en el lenguaje de la matemática?

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Pablo Fernández de Salas

 

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