El poeta a la rosa

Con el buen tiempo las flores se estimulan, y su estado de ánimo se transmite a través de su tersura y sus colores. Puede que entre las flores haya sido la rosa la más admirada por los poetas, o puede que los poetas hayamos sido objeto de admiración de las rosas y hayamos caído presa de sus hechizos. Lo cierto es que hay algo especial en los rosales, un aire de misterio, una luz que atrae nuestra curiosidad. Quién sabe, tal vez bebamos de la misma agua. En cualquier caso, su secreto está bien guardado por sus espinas. Pero ¿qué oposición pueden suponer las espinas frente a estos días soleados de mayo?

El poeta a la rosa

Si te imaginas los versos
cayendo como el relente,
posándose suavemente
en tus pétalos abiertos;
entonces, ¡ay, rosa mía!,
humedécete en los labios,
en las caricias y encantos
de nuestra amada poesía.

Si al respirar te emocionas
y su pasión te enrojece,
y su tacto te estremece,
no te ocultes, ¡ay, mi rosa!
Que tus espinas enhiestas
se reblandecen al roce
del poeta, rojo broche
brillando en cendal de estrellas.

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Pablo Fernández de Salas

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