El corsario Barbarroja

El mar atrae a las personas en cuanto las temperaturas comienzan a ser agradables. Y no solo el mar, sino también los ríos, los lagos menores y los grandes océanos; la promesa de un chapuzón refrescante es lo que cuenta. También nos gusta pasar el tiempo contemplando su paisaje, con la mente en otros asuntos mecida por el arrullo de las olas.

Pero playas y mares no han sido siempre tan seguros como lo son hoy en día. Hubo una época en la que esa invitación de pasar un rato agradable que nos ofrecen hubiera llegado manchada con la amenaza de la piratería. Las personas dependemos del agua, no solo por la pesca y el beneficio del propio líquido, sino por la ventaja que supone de cara al comercio. Y de eso eran muy conscientes los piratas, que asaltaban barcos mercantes para hacerse tanto con su cargamento como con los tripulantes o incluso con los navíos.

Sin embargo, no todos los atacantes actuaban por cuenta propia; algunos se embarcaban en actos de piratería con la venia de sus naciones, que veían en ellos la posibilidad de perjudicar a los países enemigos. Quienes actuaban de esta manera recibían el nombre de corsarios, y algunos llegaron a ostentar cargos y títulos muy importantes. Entre los nombres de los corsarios más conocidos destaca el de Jeireddín Barbarroja, quien mantuvo en jaque las costas del Mediterráneo, durante la primera mitad del siglo XVI, bajo el auspicio del Imperio otomano.

Ave de costa

Ave de costa, negra mirada;
ave de costa que miedo inspira;
ave de costa, costa maldita;
ave de costa de rojas barbas.

Ave de costa que su ala asoma
cuando vibran los versos,
cuando riman las notas.
Ave de costa que al pueblo azota,
rojas sus barbas; ave de costa.

Ave de costa en navío bravo,
libres los vientos a su costado;
ave de costa que altiva vuela;
ave de costa, costa que tiembla.

Ave de costa turca otomana,
ave de costa antaño romana,
ave de costa en aguas foráneas,
ave de costa mediterránea.

Ave de costa que al pairo sufre,
pero medra en la niebla
y las noches sin lustre.
Ave de costa de media luna,
sin cruz que asome entre sus plumas.

Ave de costa temida y fiera,
que en fugaz zambullida
esclaviza a sus presas.
Ave de costa; llantos y lágrimas.
Ave de costa; ruegos y dádivas.

Ave de costa de vida eterna;
ave de costa, mirada negra;
ave de costa que el viento lleva;
ave de costa tras su leyenda.

Ave de costa que alza su voz;
ave de costa e insurrección;
ave de costa, roja pasión.
Ave de costa hecha canción.

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Pablo Fernández de Salas

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