La conexión entre la masa de un cuerpo y la esencia misma del espacio-tiempo puede dar lugar a fenómenos inusuales. Estos eventos se propagan por la compleja red del universo, salvando distancias difíciles de imaginar, como difícil de imaginar es la naturaleza misma de los sucesos. Aparentemente en calma, la matriz del espacio-tiempo contiene los susurros de extraordinarios lances ya pasados; murmullos que transitan desapercibidos, atravesando tiempo y espacio.
Hace apenas cinco años que la humanidad aprendió a escuchar estos susurros, encontrando así un nuevo método para investigar los secretos del universo. Secretos que involucran, por ejemplo, la última danza de dos amantes que se aproximan lentamente durante un cuidado cortejo, para, finalmente, sacrificarse dando a luz a un nuevo agujero negro.
Ondas gravitatorias
Hay un rumor en el aire
que habla de tiempos pasados,
distancias inconcebibles
y amores insospechados;
de eventos sin parangón;
de hechos extraordinarios;
de pasiones desatadas
en un violento espectáculo.
Hay un rumor en el aire
que resuena en las cavernas,
en el polvo del desierto
y en las venas de la ciencia.
Un rumor que se propaga
del Universo en su esencia,
sobre el tapiz de su alma,
y hace que tiemble la Tierra.
Es el rumor de la muerte
y el rumor de un nacimiento;
rumor que vibra en las lentes
de largos brazos abiertos.
El rumor de dos estrellas
tras un extenso cortejo;
el rumor de su contacto
y el rumor del postrer beso.
Es el rumor de la vida
que en su seno se ha gestado,
de esa negrura infinita
que nos deja anonadados.
El rumor de un solo ojo,
de una brecha en el espacio;
el rumor de su apertura
y el rumor del primer llanto.
Pablo Fernández de Salas