Nuestra realidad está llena de contradicciones. Por ejemplo, la hierba de nuestros parques es libre de crecer, pero solo bajo el permiso de una mano humana que la recorta a su antojo. Y no solo la hierba vive esta contradicción, sino nuestras propias sociedades, que prosperan libres gracias a su acordada falta de libertad. Por supuesto, todos entendemos que hay acciones que no se deben realizar porque van en contra de aquello que llamamos «sentido común». El verdadero problema, una de estas contradicciones, es que los temas que están al abrigo del sentido común no son comunes en absoluto, y hay libertades que nunca deberían dejar de ser libres. Pero ¿para qué preocuparnos? Seguro que el problema no nos afecta a nosotros. Al fin y al cabo, estas solo son reflexiones que han crecido entre la hierba, sobre su embrujo verde; entre el cuchicheo de sus briznas, sobre su contradicción indecente.
Entre la hierba
Entre la hierba me asomo,
sobre la hierba me calmo;
entre sus lenguas de suelo,
sobre sus besos más blandos;
entre su crespo cabello,
sobre su bendito manto.
Entre sus sueños yo observo
sobre un fractal de locura:
entre edificios estériles,
sobre la tierra más pura;
entre artificiales venas,
sobre una piel sin censura;
entre árboles de jardín,
sobre salvaje espesura.
Entre las briznas yo pienso
sobre verdades opuestas,
entre la luz y el reflejo
sobre una sombra que tiembla:
entre dos mundos expuestos,
sobre la turbia frontera;
entre el «yo quiero y no puedo»,
sobre el «no debo aunque pueda»;
entre oportuno y siniestro,
sobre la natura muerta;
entre el perfil de lo bello,
sobre su filo de sierra.
Entre lo verde me siento
sobre reflexiones sueltas:
entre el partir y el regreso
sobre un revuelo de ideas,
entre que venza el progreso
sobre el instinto o que pierda.
Entre dos salas yo espero
sobre el vano de la puerta,
entre futuros inciertos
sobre una misma certeza:
entre deuda y testamento
sobre lo humano y la Tierra.
Pablo Fernández de Salas