Después de tantos años escuchándoos piar, después de tantas horas ensimismado con vuestro vuelo, hoy, por fin, os puedo ofrecer algo más que esos granos de poesía que os mantenían a mi lado. He aquí, para vosotros, una muestra más de mi devoción. Aquí lo tenéis, disfrutadlo, a vuestros pies lo deposito. Os presento a mi primogénito: he aquí mi primer libro.
Nieve de primavera: poemas de un científico en Estocolmo ha sido el fruto de una flor alimentada con experiencias agridulces. Por un lado, sus raíces han crecido en un suelo lleno de ilusión. Por otro lado, la lluvia de la que ha bebido no siempre ha caído de nubes placenteras.
El libro contiene poemas escritos a lo largo de tres años: desde mi llegada a Estocolmo a finales de 2018 hasta el verano de 2021. Son muchas las personas a las que debo agradecer por ser parte de la existencia de este libro, pero mi mayor gratitud va dedicada a dos mujeres increíbles: Laura e Ivania. A Laura por estar siempre dispuesta a darme consejos y por su mirada crítica. A Ivania por esa mano tan asombrosa con la ilustración y por ofrecerse a dar vida a la portada del libro. Si queréis conocer más sobre su trabajo, os invito a visitar su página web https://ivaniela.com. Por supuesto, no me olvido de todos los demás, especialmente de todos esos ojos invisibles que han leído, aunque solo sea por equivocación, algún que otro verso inspirado por las pequeñas aves que me rondan la cabeza. Gracias a todos. Gracias de corazón.
Primeros pasos
Con la inquietud de una primera vez
siento cómo abandonan
el abrazo protector que ya añoran
mis dedos reticentes.
Mis sueños van con ellos,
inexpertos, libres e independientes,
disueltas de repente
las percepciones que les dieron vida.
Con ellos van mis sueños
y un fragmento más de mi corazón
que en su seno se ahija;
el alma invisible de su canción
retumba en mi cuerpo cuando palpita
el dolor de su ausencia.
Pero canta y palpita,
lleno su recuerdo: lleno de vida.
¡Tanto amor, tanto cariño vertido!
¡Tanta espera y paciencia!
Si con orgullo no hinchen sus velas
ya mi orgullo las llena.
Hacia el vacío del mundo se marchan
sus versos orbitantes,
hacia el vacío de un cosmos ignoto
donde abren los ojos
sus rimas resonantes.
Desprendidos de mi mente. Se van.
Disecados sus benditos recuerdos.
Entrelazadas sin mí sus estrofas,
hambrientas de la atención de lo nuevo.
Así me abandonan. Así. Sin más.
Así pasan página sus deseos.
Así dejan mis poemas su hogar
en su ambición de alcanzar otros nuevos.
Pablo Fernández de Salas
Ya te lo dije, pero me reitero: enhorabuena, llegarás lejos. Te envío un abrazo súper fuerte, Pablo 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchísimas gracias, Lucía 🙂 Un abrazo súper fuerte de vuelta. ¡Espero también que saques tu libro! Tienes talento de sobra, ja ja.
Me gustaLe gusta a 1 persona