Aunque por suerte no puedo decir que sepa lo que implica vivir una guerra de primera mano, puedo suponer la vorágine de emociones que desencadena en los afectados. No es solo la rabia que causa verse de lleno en un conflicto en el que, tal vez, se culpe a uno solo de los bandos. Más allá de las convicciones sociales y políticas de cada persona involucrada, el cambio radical en las condiciones de vida de los afectados es abrumador. La rutina diaria cambia sin remedio, y eso si es que se consigue encontrar una rutina en medio de una guerra. Puede que tu bando vaya en cabeza. Puede que no. Sea como sea, todo aquello que dabas por hecho en tu vida ha sido desplazado sin remordimientos, dejando en su lugar un futuro tan lleno de incertidumbres que hasta las preguntas se responden con otras incógnitas sin resolver.
Mañana
Como el fuego a mis dos ojos asoma
no brillará el mañana.
Como truena en mis oídos la bomba
no estallará el mañana.
Como tose en mis narices tu aroma
no toserá el mañana.
Ni mañana saborearán mis labios
tu lengua en libertad,
ni mi piel tu frontera que envejece,
ni mi imaginación tu cuerpo alegre
si entre los rezos de un negro rosario
los cinco sentidos se rompen cuando
la humanidad se va.
Pablo Fernández de Salas